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La distimia, también conocida como trastorno depresivo persistente, es una forma de depresión de largo plazo que muchas veces pasa desapercibida. Las personas que la sufren suelen experimentarla como una tristeza constante o una falta de energía que persiste durante años, sin reconocer que se trata de un problema tratable. Entenderla es el primer paso para buscar ayuda y mejorar el bienestar emocional.

¿Qué es la distimia?

La distimia, o trastorno depresivo persistente, es una forma de depresión crónica que se caracteriza por un estado de ánimo bajo y una falta de energía que dura al menos dos años. A diferencia de la depresión mayor, donde los síntomas son más intensos y evidentes, la distimia puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, ya que sus manifestaciones son más leves pero constantes.

Quien la padece a menudo describe su vida con frases como “siempre he sido así”, “nunca estoy del todo bien” o “es como si algo me pesara todo el tiempo”. Esta tristeza constante puede llevar a pensar que es parte de la personalidad, lo que dificulta la búsqueda de ayuda.

Síntomas del trastorno depresivo persistente

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), para que se diagnostique el trastorno depresivo persistente deben estar presentes al menos dos de los siguientes síntomas durante la mayor parte del tiempo, a lo largo de al menos dos años:

  • Baja autoestima o sensación de inutilidad.
  • Fatiga o falta de energía constante.
  • Alteraciones del sueño (insomnio o exceso de sueño).
  • Cambios en el apetito (falta o exceso de hambre).
  • Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
  • Sentimientos de desesperanza o pesimismo.

Aunque estos síntomas pueden parecer “manejables”, su persistencia afecta seriamente la calidad de vida, las relaciones personales y el rendimiento laboral o académico. Muchas personas con distimia parecen funcionar bien externamente, pero lo hacen a costa de un esfuerzo emocional constante.

Causas y factores de riesgo

Al igual que otros trastornos del estado de ánimo, la distimia tiene un origen multifactorial, combinando aspectos biológicos, psicológicos y sociales:

  • Factores biológicos: Desequilibrios en neurotransmisores como serotonina o dopamina pueden contribuir a mantener el estado emocional bajo. También se ha identificado una predisposición genética.
  • Factores psicológicos: Los patrones de pensamiento negativos, el perfeccionismo, la autocrítica excesiva o una visión pesimista del futuro son comunes en personas con distimia.
  • Factores ambientales: Experiencias de pérdida, estrés crónico, conflictos interpersonales o ambientes poco estimulantes pueden mantener los síntomas.
  • Historia de episodios depresivos previos: Algunas personas desarrollan distimia después de pasar por episodios de depresión mayor, mientras que en otras el cuadro se instala de forma gradual y prolongada.

Recientes investigaciones clínicas (por ejemplo, Klein et al., Journal of Affective Disorders, 2021) subrayan que la distimia no es una “depresión menor”, sino una alteración con mecanismos neuropsicológicos específicos que requiere un enfoque terapéutico diferenciado.

Diferencias entre distimia y depresión mayor

Aunque ambos trastornos son parte del espectro depresivo, presentan diferencias clave:

AspectoDistimia (trastorno depresivo persistente)Depresión mayor
DuraciónMínimo 2 años de síntomas continuosEpisodios de al menos 2 semanas, pero pueden remitir
IntensidadSíntomas más leves pero persistentesSíntomas más intensos y debilitantes
InicioGradual, muchas veces desde la adolescenciaPuede ser repentino, tras un evento o sin causa aparente
Percepción personalLa persona siente que “siempre ha sido así”Se percibe un cambio respecto al estado previo
EvoluciónCrónica y estable a lo largo del tiempoEpisódica, con períodos de recuperación
TratamientoTerapia psicológica prolongada, a veces con apoyo farmacológicoIntervención más intensiva, con medicación a corto o medio plazo

Ambos trastornos pueden coexistir. Cuando una persona con distimia sufre un episodio de depresión mayor, se denomina depresión doble, un tipo de depresión particularmente resistente que requiere un enfoque especializado.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico debe realizarlo un/a psicólogo/a clínico/a o psiquiatra, mediante una evaluación exhaustiva que explore tanto el historial emocional como el funcionamiento cotidiano de la persona. Debido a que los síntomas suelen ser persistentes y discretos, es común que quienes la padecen tarden años en buscar ayuda o reciban diagnósticos erróneos.

Por eso, la entrevista clínica estructurada y herramientas de evaluación psicométrica (como el Inventario de Depresión de Beck o el PHQ-9) son fundamentales para identificar el trastorno y diferenciarlo de otras alteraciones del estado de ánimo.

Tratamientos eficaces

El tratamiento de la distimia combina enfoques psicológicos y, en algunos casos, farmacológicos. Las estrategias más efectivas incluyen:

  1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Ayuda a identificar y modificar patrones de pensamiento negativos que mantienen el estado de ánimo bajo, además de fomentar actividades gratificantes.
  2. Terapias basadas en la aceptación y autocompasión: La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y otras intervenciones centradas en la autocompasión pueden ayudar a reducir el malestar crónico y mejorar el bienestar emocional.
  3. Psicoterapia interpersonal: Se enfoca en mejorar las relaciones y los vínculos sociales, ya que el aislamiento puede empeorar la distimia.
  4. Tratamiento farmacológico: En algunos casos, los psiquiatras pueden recetar antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), con eficacia limitada.
  5. Hábitos de vida saludables: El ejercicio regular, una buena calidad de sueño y una dieta equilibrada tienen efectos positivos sobre el estado de ánimo.

La importancia de pedir ayuda

Vivir con un estado de ánimo bajo constante no debe considerarse normal. La distimia, aunque a menudo silenciosa, tiene tratamiento y una recuperación posible. Buscar ayuda profesional no es una señal de debilidad, sino un acto de responsabilidad y autocuidado.

El acompañamiento adecuado te permitirá comprender el origen de tu malestar, adquirir herramientas para regular tus emociones y recuperar un sentido de vida más equilibrado y esperanzador.

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